Durante diez siglos la escritura fue sinónimo de plumas de ave, produciéndose durante los dos últimos siglos un vertiginoso desarrollo de atractivas lapiceras con ingeniosas innovaciones tecnológicas.
En la actualidad, los bolígrafos descartables y los medios digitales parecerían condenar a las lapiceras fuente a una extinción segura.
Sin embargo , el encanto de las plumas fuente consiste en preservar la individualidad y el estilo en la escritura.